En el momento de la fusión, las entidades ya contaban con un proceso de digitalización del DNI de sus clientes y sus datos identificativos se informatizaban de manera independiente en las distintas aplicaciones informáticas de gestión puestas a disposición del personal de la entidad. Además, muchos de estos clientes disponían de cuentas tanto en Ibercaja como en Caja3 algo que, al plantearse el proceso de fusión, suscitó la necesidad de depurar y actualizar las bases de datos de ambas entidades con el fin de evitar duplicidades, inexactitudes, y datos obsoletos.